lunes, 12 de noviembre de 2012

Añoranza de errores acontecidos

Añoranza, que palabra más difícil de explicar, pero que fácil de entender cuando extrañas con frenesí a alguien o algo , cuando extrañas un olor, un momento, una sonrisa, un sonido en particular. Los años pasan rápido, me decía una tía, y veo que es verdad. Recuerdo como si fuese ayer, que me levantaba temprano para encontrar en la wawa, micro, bus o como se le diga donde usted, estimado lector (es solo por formalismo) a una menina, chica, jovencita o señorita ( por ahí va la idea) que en ese entonces me quitaba el sueño, aunque para ser franco ella era mi sueño... un sueño que con el paso del tiempo se convirtió en inalcansable, por una serie de malas decisiones, y con el paso de los años sería olvidado o mejor dicho guardado en el baúl de los recuerdos, dulces y juveniles recuerdos.

Luego de eso, y de tener una que otra enamorada, logré conocer a otra chica que por fin me hizo sentir esa sensación de estar y no estar. Como de estar parado encima de un copo de nieve con sabor a vainilla con lúcuma.Sin embargo, las malas decisiones me dieron, nuevamente, no una mala, sino una edificadora lección: la clase donde aprendí sobre la propiedad general de la materia llamada impenetrabilidad era verdad. Donde entra un cuerpo, no puede entrar otro, decía, o dos cuerpos no pueden ocupar el mismo espacio. Cuanta razón, y bueno mi amada (en ese entonces) se percató de ello y decidió alejarse o alejarme, que para fines prácticos fue lo mismo. No la volví a ver, solo a escuchar su voz un par de veces, sin recibir la atención de la que había sido privilegiado antes. Empero, pude haber hecho algo por remediar mi error, quizás llamarla y explicarle que había acontecido, o porque no había dejado todo por ser parte integral de su vida y no solo una promesa de algún día tu serás el ser más importante para mi. Quizás mi tozudez, acompañada por mi orgullo hicieron que no fuese desesperada e inesperadamente hacia ella para decirle que, en verdad, ella era lo único que quería. Los errores se cometen, en ocaciones reiteradas veces en un corto período y muchas veces hieren a personas que jamás quisimos lastimar, y también nos hieren a nosotros mismos.

Recordando la palabra con la que inicié este post, no puedo dejar de añorar esos momentos, en los que sentía como ella me miraba con una deferencia divinamente encantadora, no como me miran mis amigas o amigos, era una forma especial; quizás sentía que no necesitaba decirle lo mucho que significaba para que ella supiera que la quería; quizás pensé que no necesitaba tocarla para que ella se diera cuenta que estaba frente a ella y no solo quería estar allí, sino estar al lado de ella también... No se cuantas cosas más añoraré en esta vida, pero eso ya fue hace varios años; y como todo recuerdo cada vez se difumina más y más, hasta que llega un momento en el cual ese tenue recuerdo parece diluirse en el océano de los recuerdos.